sábado, 5 de febrero de 2011

El tiempo pasa muy rápido

Lo añoraba. Ha sido una de las cosas que más he echado en falta desde que emprendí camino a Madrid. Ayer volví a pisar la cancha de Las Llanas. Sin embargo, muchas cosas han cambiado desde hace 3 años y medio. Lo primero, indudablemente, mi físico. Con 12 o 13 kilos más que en 2007 y una rodilla con el cruzado roto. Lo segundo y lo más importante: los compañeros. 

Hace un tiempo, cuando yo vestía la camiseta verdinegra del Sestao FS, los viernes se convertían en el día en que preparabas el partido del fin de semana. Llegabas de trabajar, hacías la mochila, tomabas algo con la cuadrilla y rumbo para el polideportivo. Allí saludabas a los que ya estaban (el primero en llegar siempre era Fermín, nuestro hooligan más veterano) y te cambiabas mientras hacias el gilipollas con los compañeros. Hasta las 21:00 no empezabamos a entrenar, por lo que nos quedabamos 10 minutos viendo la patxanga que 4 amigos jugaban todos los viernes, como si de una tradición ancestral se tratara.

Ayer entrenaba el Sestao. Los 4 amigos de siempre jugaban su partidillo. Pero algo había cambiado. Yo no estaba mirando ni esperando para saltar a la cancha. Yo estaba jugando con mi cuadrilla, estaba siendo observado. A la espera: los miembros del actual Sestao FS, que también ha cambiado, pero mantenía 3 jugadores, amigos, con los que yo pasé muy buenos momentos. Incluso tuve la oportunidad de ir a la boda de uno de ellos, estando ya en Madrid. Los 3 me saludaron, abrazaron, vacilaron por mi barriguita, hicieron algún comentario sobre mi camiseta de Stoichkov....Por un momento me sentí de nuevo jugador del Sestao FS, mi equipo.

Pero no, la vuelta a vestuarios me devolvió a la realidad. La inercia me llevo al vestuario del fondo, el grande, en el que siempre nos cambiabamos. Pero estaba ocupado. Algún jugador de la actual plantilla todavía seguía cambiándose. Asi que dí media vuelta y me cambié con mi cuadrilla. Ahí me dí cuenta de otro cambio: había llevado champú. En los 2 años y pico que jugué y entrené en esa cancha, no recuerdo haber llevado champú nunca. Junto a otro compañero tenía la tradición de robárselo al Txopillo o a Txetxu.

Ayer fue un día para recuperar sensaciones, pero pasó muy rápido. Bueno, miento, hay una sensación que perdurará unos días: las agujetas, que me llegan hasta las pestañas. ¿Eso será que, en el fondo, sigo siendo jugador de Futbol Sala?.....

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